Los rigores de proteger a un presidente, un vicepresidente y sus familias en un año electoral en medio de una pandemia suponen una pesada carga para la inteligencia.Casi 900 empleados dieron positivo por el coronavirus, dijo un grupo de vigilancia esta semana.
El grupo que Ciudadanos por la responsabilidad y la ética en Washington, acusó al expresidente Donald J. Trump de seguir realizando grandes mítines electorales que contribuyeron a las infecciones.
Recibió los datos del Servicio Secreto del gobierno federal como parte de una solicitud de registros públicos bajo la Ley de Libertad de Información. Según el grupo, los casos se registraron desde marzo de 2020 hasta marzo de este año, pero los datos no contenían información sobre los despliegues de los agentes infectados. El gobierno tampoco reveló qué porcentaje del número total de empleados del Servicio Secreto estaban infectados con el virus.
Según el grupo, entre los empleados que dieron positivo se encontraban 477 agentes especiales, 249 miembros del departamento de uniformes y 131 empleados en puestos administrativos, profesionales y técnicos. El Servicio Secreto es la principal agencia de aplicación de la ley federal encargada de proteger a los líderes políticos estadounidenses, incluido el presidente, y las familias.
«Durante la pandemia, el entonces presidente y vicepresidente Trump y Pence realizaron grandes manifestaciones contra las pautas de salud pública, y Trump y su familia realizaron repetidos viajes protegidos a propiedades de la marca Trump que le reportaron al entonces presidente millones de dólares cada año», anunció el grupo el martes en una publicación en su sitio web. El grupo también acusó al expresidente de conducir un vehículo con protección de inteligencia mientras estaba siendo tratado por una infección por coronavirus en octubre pasado, lo que «pone a los agentes en mayor riesgo», dijo.
Los representantes de Trump no respondieron de inmediato a una solicitud de comentarios el miércoles por la noche.
Una portavoz del servicio secreto dijo en un comunicado enviado por correo electrónico el miércoles que la agencia había distribuido máscaras, guantes y otros equipos de protección a los empleados y había ejecutado un sólido programa de pruebas de virus. Agregó que la misión de la agencia «requería una interacción pública significativa durante una crisis de salud pública» y que estaba «completamente preparada y dotada de personal para abordar con éxito estos desafíos».
En noviembre pasado, la división de oficiales uniformados del Servicio Secreto fue testigo de un brote de coronavirus, según varias personas que se enteraron del asunto en ese momento. El brote fue al menos el cuarto en afectar a la agencia desde que comenzó la pandemia, con al menos 30 oficiales de inteligencia uniformados dando positivo por el virus durante varias semanas. La autoridad había pedido a unos 60 funcionarios que se pusieran en cuarentena.
En los últimos meses de la presidencia de Trump, el virus penetró en el ala oeste. Varios de sus principales asistentes dieron positivo, entre ellos Hope Hicks, su asesora; Kayleigh McEnany, secretaria de prensa de la Casa Blanca; y dos de los adjuntos de la Sra. McEnany, Chad Gilmartin y Karoline Leavitt.