La alianza debe tener una visión clara para enfrentar los nuevos desafíos de seguridad y comprometerse a apoyar a sus miembros.
Turquía ha sido un aliado leal de la OTAN desde que se unió a la Alianza en 1952. Siempre hemos estado a la vanguardia para abordar los desafíos de nuestra seguridad común. Nuestra participación en misiones muy importantes en todo el mundo y la colocación de activos estratégicos de la OTAN en nuestro suelo son testimonio de nuestro firme compromiso continuo con la Alianza. Turquía ha tomado una fuerte ventaja en las misiones de la OTAN en Afganistán, Irak y más allá.
Creemos que la OTAN es esencial para la seguridad de nuestra nación y para la paz en nuestra región. A medida que nos aseguramos de contribuir a las actividades de la OTAN al más alto nivel, también invertimos mucho en nuestra defensa nacional como prioridad estratégica. Nuestro gasto en defensa nacional está cerca del objetivo de la OTAN del 2 por ciento del PIB, más de lo que gastan la mayoría de los aliados. Estas inversiones han aumentado nuestra capacidad de defensa nacional en los últimos años y han contribuido a la fuerza general de la alianza de la OTAN.
Dada la dinámica cambiante de la seguridad regional durante la última década, es hora de que la OTAN actualice su concepto estratégico. Dado el tamaño creciente de la Alianza en los últimos años, la nueva perspectiva estratégica de la OTAN debe ser amplia. Pero también tiene que ser claro y específico. Con el uso cada vez mayor de capacidades de guerra híbrida, los desafíos que enfrenta nuestra alianza son más complejos que nunca. Al mismo tiempo, la preparación de la OTAN para esta nueva era está dentro de nuestros medios.
Un nuevo enfoque necesita poner en marcha mecanismos para abordar las diferencias entre los diversos aliados de la OTAN en una serie de cuestiones. También debe reconocer la necesidad de alinear las prioridades nacionales con las de la Alianza frente a las dinámicas regionales y globales que cambian rápidamente en los últimos años, sin mencionar la pandemia de COVID-19. Contamos con diferentes lineamientos nacionales en temas como terrorismo internacional, migración, tráfico de personas, ciberamenazas, etc.
Está claro que no estamos de acuerdo en todos los temas. Sin embargo, debe ser una prioridad para la OTAN lograr un entendimiento de toda la alianza de una respuesta unificada. Nuestra alianza no solo debe enfocarse en identificar enemigos comunes, sino que debe unirse hacia un objetivo común que sirva a los intereses nacionales de todos nosotros.
Ponerse de acuerdo sobre todas las formas de terrorismo, incluido el terrorismo de extrema derecha y los ataques islamófobos, y acordar una estrategia para combatirlo debe ser una prioridad absoluta.
También necesitamos desarrollar un concepto más amplio de seguridad que incorpore la seguridad humana para prevenir desastres humanitarios y contrarrestar ataques asimétricos contra nuestras naciones.
Turquía está dispuesta a pagar lo que le corresponde para garantizar la seguridad colectiva de nuestra alianza. El reparto de cargas no puede consistir únicamente en presupuestos militares y contribuciones a la OTAN. Esto también debe incluir hacer frente a la crisis de refugiados en nuestra región. Como país de más de cuatro millones de refugiados, esperamos de nuestros aliados un enfoque más constructivo y la voluntad de hacer lo que les corresponde para hacer frente a este desafío histórico.
Hemos recibido críticas inapropiadas de nuestros requisitos de seguridad nacional y prioridades estratégicas en los últimos años. Damos la bienvenida a cualquier intercambio constructivo sobre temas que afecten nuestra seguridad colectiva. Creemos que el diálogo es siempre la clave para resolver las diferencias entre los Estados miembros. Como ejemplo de este enfoque, ofrecimos organizar una conferencia internacional para resolver las disputas en el Mediterráneo Oriental.
Sin embargo, no se puede esperar que Turquía socave su seguridad y soberanía nacionales para satisfacer las demandas irrazonables de algunos Estados miembros y las percepciones erróneas de la agitación regional que Turquía ha enfrentado durante una década.
Ante la amenaza del terrorismo y la inestabilidad regional, Turquía es capaz y está decidida a garantizar su seguridad nacional. Lamentablemente, tenemos que mencionar que el apoyo de nuestros aliados de la OTAN en estos frentes ha estado lejos de ser ejemplar. No mencionamos esto para resaltar las tensiones ya bien publicitadas, sino más bien para subrayar la necesidad de una mejor solidaridad con la OTAN si queremos prepararnos para las nuevas amenazas que surgen.
La pandemia nos ha enseñado que los desafíos del mundo no se pueden afrontar sin una sólida cooperación internacional. La OTAN es un gran ejemplo de tal mecanismo de cooperación, y sus logros hasta la fecha no pueden subestimarse. Pero así como nos comprometimos a defendernos unos a otros hace muchas décadas mediante un tratado histórico, debemos estar dispuestos a seguir defendiéndonos de las amenazas comunes en el futuro.
Para un futuro más seguro, nuestra alianza debe aprovechar las capacidades nacionales de cada nación al tiempo que presenta un marco bien integrado que toma en cuenta los cambios regionales y globales. La OTAN solo podrá ser más eficaz en los próximos años si reconoce las prioridades nacionales de los Estados miembros y les brinda un apoyo sólido en tiempos de verdadera necesidad. Turquía estuvo y siempre está dispuesta a hacer su parte.
Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de Chiapas Sin Censura.
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